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Te voy a contar una historia, mi historia

Y cómo he pasado de odiarme profundamente y tener un mala relación con la comida a aceptarme, quererme y ser mi mejor compañera de vida.

Y como gracias a ello ahora ayudo a otras personas a recuperar ese amor y esa relación con uno mismo para poder liberarse y ser feliz.

No todo siempre ha sido malo

De niña era soñadora, tierna, risueña y creativa. Desde que recuerdo siempre he sido diferente físicamente, más grande que las otras niñas, pero eso a mí no me importaba, era una niña feliz. 

En el momento de la adolescencia ya no era lo mismo. Además de los cambios propios de esa edad, me mudé de ciudad y empecé en un instituto nuevo, dónde no tenía amigas. Tenía la necesidad de encajar, pero no encontraba en mi entorno ningún referente que me representara. Me sentía diferente y tenía la necesidad de cumplir con los cánones de belleza de extrema delgadez que veía a mi alrededor. 

Esta situación hizo que empezara mi obsesión con estar delgada y ese fue el detonante para empezar una relación tormentosa con la comida y empezar a odiar mi cuerpo y a mi misma. Tenía una necesidad de control y auto exigencia que lo único que hacía era retroalimentar mi sufrimiento y frustración. Ese control máximo que creía tener era falso y el descontrol aparecía en mi relación con la comida. Alternaba miles de dietas con atracones, lo que hacía que tuviera aún más sentimiento de culpa. Odiaba mi cuerpo, y por defecto a mi misma, sin entender que era mucho más que unas medidas o un peso. 

Una nueva etapa

Los años y el destino me llevaron a trabajar a un centro de dietética como dependienta, y eso despertó en mí las ganas de estudiar Técnico Superior en Dietética. Ahora sí creía haber encontrado mi camino, por fin iba a ser una chica delgada, eso era lo único importante, ese era el camino hacia la felicidad. 

Empezaba una nueva etapa y todo iba cambiando, veía la luz que tanto tiempo deseaba. Yo iba perdiendo peso, conseguía que mis pacientes también lo perdieran, todos cumplíamos nuestro objetivo de delgadez.

Pero curiosamente, cuanta más experiencia tenía con mis pacientes que querían perder peso, y más avanzaba yo en mi objetivo, más me daba cuenta de que la comida no era el problema, sino el uso que se hacía de ella.

Cuando alguien me explicaba que no había podido controlar los impulsos con un alimento en concreto, que el estrés le generaba ansiedad con la comida o que tenía atracones incontrolables, me sentía muy identificada, revivía mi sufrimiento y entendía perfectamente ese sentimiento que te invade de culpa, ese malestar emocional. 

Y de repente algo me hizo entender qué sucedía. Un día en la consulta, mientras le acercaba un pañuelo a una paciente que lloraba desconsolada contándome su descontrol con la comida pensé. Parece que más que dietista estoy haciendo terapia. En ese momento fui realmente consciente de la estrecha relación que hay entre la alimentación, los pensamientos y las emociones.

Entonces empezó realmente mi cambio. Decidí estudiar psicología, sin duda la mejor decisión de mi vida profesional.

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Me estaba centrando en lo exterior, pero debía cambiar mi interior

Porque después de perder mucho peso, estar delgada y tener el cuerpo “perfecto” seguía sin alcanzar la felicidad prometida. Seguía sintiéndome mal y nunca era suficiente. Entendí que el peso que me sobraba no era el físico, sino el emocional. Me estaba centrando en lo exterior, pero debía cambiar mi interior.

Emprendí un camino de auto descubrimiento que me cambiaría la vida. Buscando en lo más profundo de mí descubrí que mi forma de comer, era también un reflejo de cómo me relacionaba conmigo misma, con la vida y con mis emociones. 

Sané esa relación conmigo misma, con la comida, los atracones y el comer emocional. Logré hacer las paces con mi cuerpo y dejé de obsesionarme con el peso y la imagen. Fui capaz de perder los kilos que cargaba en mi mochila, esos que realmente me pesaban y los que me suponían un problema. Me sentí liberada. Me redescubrí a mi misma desde una mirada amorosa y compasiva. Dejé de culparme y castigarme. Miré mis sombras y las abracé como una madre abraza a su bebé que sufre para consolarlo.

Ha sido un camino duro pero te aseguro que ha merecido la pena. A día de hoy no lo cambiaría por nada. Me siento una mujer nueva y libre, me he desecho del peso que verdaderamente necesitaba perder tanto físico como emocional.

¡Ahora SÍ!

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Esta es mi historia, la evolución de mi cuerpo y de mis emociones

Gracias a esta experiencia, a mis vivencias y a mi formación a día de hoy puedo ayudar a otras personas a llegar a esta liberación.

Puedo entenderte mejor que nadie, he pasado por todas las etapas del proceso, y puedo asegurarte que detrás de querer estar delgada o de una mala relación con la comida hay otros pesos de los que debes liberarte.

Ahórrate probar todas las dietas posibles y atormentarte por no tener el cuerpo perfecto.
Busquemos más en tu interior y sanemos el foco del problema.

Conoce al resto de la tribu

Castellano-Tejedor

Carmina Castellano 

Psicóloga General Sanitaria, neuropsicóloga, psicóloga forense y mediadora. 

 

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Jesica Garcia 

Psicóloga experta en mindfulness y psiconutrición.

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Carla D’Innozenso 

Dietista integrativa no peso centrista y profesora de expresión corporal terapéutica.

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Tania González 

Técnica en dietética y Dietista- Nutricionista.

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