El lunes empiezo la dieta
Los estudios muestran que el 95% de las personas que hacen dieta para adelgazar recuperan el peso perdido entre el segundo y quinto año posteriores.
Además, entre uno y dos tercios recuperan incluso más peso, en lo que se conoce como efecto rebote.
Si las dietas tuvieran una nota informativa al igual que las cajetillas de tabaco imagino que dirían algo así como
“Advertencia: si sigue esta dieta puede recuperar el peso perdido e incluso más”
ó
“Siga esta dieta de adelgazamiento si lo que quiere es ganar peso”
Me pregunto entonces por qué, si la ciencia ha demostrado que las dietas no funcionan, seguimos cayendo una y otra vez en lo mismo. Me temo que una de las respuestas es la potente industria que hay detrás (pero esto da para otro post).
En este post me voy a centrar en explicar cómo se activa la rueda de las dietas y sus peligros.
Imaginemos una balanza, en un lado tenemos la mentalidad dieta y en el otro el descontrol y la sobre ingesta.
Cuando estamos a dieta estamos en un extremo de la balanza. Nos alimentamos en base a pautas externas (dieta colgada en la nevera) y obviamos nuestras necesidades físicas, psicológicas y emocionales.
Pero no nos podremos mantener en ese extremo durante mucho tiempo. Tanto el cuerpo como la mente evolutivamente están diseñados para buscar comida y almacenar en lugar de gastar. Es por ello que la famosa fuerza de voluntad no existe.
Seguimos teniendo el mismo funcionamiento que los hombres primitivos. Si pensamos en ellos, cazaban y comían lo que tenían a su alcance, ya que tal vez podían pasar días hasta que volvían a cazar. El cuerpo ha evolucionado para buscar comida e ingerirla para guardarla en forma de reserva, para quemar en otros momentos donde no hay alimentos. Es por ello que tenemos la capacidad de comer más allá de la necesidad física del momento.
Cuando estamos a dieta, nuestro cuerpo interpreta que estamos en carencia y ello supone un peligro para nuestra supervivencia. El cuerpo no entiende que la restricción es voluntaria, no distingue entre una dieta y comer menos por escasez de alimentos en nuestro entorno, por lo que activa numerosos mecanismos de reserva para combatir esto, como por ejemplo: tener mayor sensación de hambre a través de la segregación de hormonas, pensar más en comida, agudizar el olfato para encontrar comida, mayor sensación de antojos por alimentos de mayor contenido energético, disminución del gasto energético para evitar gastar de más.
Tarde o temprano, lo que conocemos como “fuerza de voluntad” terminará por desaparecer ya que ejercer tanto control para luchar en contra de nuestros impulsos naturales por comer requiere mucha energía y va en contra de nuestra naturaleza biológica. Nuestro cuerpo finalmente gana, aunque nosotros no lo veamos así.
Es entonces cuando pasamos al otro lado de la balanza. Los mecanismos de reserva del cuerpo nos hacen romper el control de la dieta y nos llevan a sobre ingerir y comer de forma emocional. El cuerpo quiere restablecer la carencia energética y la mente quiere aliviar la tensión emocional que el control de la dieta ha producido.
Preferiremos comer los alimentos prohibidos durante la dieta por varios motivos, por un lado porque el efecto de prohibirlos los vuelve más deseables. Por otro lado porque lo prohibido suele ser los alimentos de mayor aporte energético. Paradojas de la vida, estos alimentos nos resultan mas sabrosos ya que biológicamente estamos diseñados para buscarlos porque nos aseguran energía rápida para sobrevivir, como el azúcar, que aporta glucosa, las grasas o los alimentos salados que contienes sales minerales.
Finalmente comer “los alimentos prohibidos” de la dieta y sobre ingerir puede generar sentimientos de culpa o malestar. Estos sentimientos están producidos por una conciencia de moralidad con la comida, fruto de la mentalidad dieta. Si sigues las reglas y “te portas bien” eres buenx. Si te saltas las reglas o “te portas mal” eres malx.
Todo esto se acompaña con gran sensación de culpabilidad, vergüenza debilidad, sensación de incapacidad o de no ser suficiente y mucha frustración. También por la sensación de falta de control que acompaña a las sobreingestas.
El control conduce al atracón
Caemos en una cascada de pensamientos y emociones negativos que conduce a volver a ejercer control sobre la comida como medida para calmar esas emociones.
Es así como volvemos a iniciar otra vez la rueda. Alternando ciclos de dieta y restricción con ciclos de sobre ingestas y descontrol.
¿Te suena? ¿Te sientes identificadx? ¿Cómo es para ti estar a dieta? Te leo.