¿Cómo darme el permiso de comer y no darme atracones?
“Cuando inicié una alimentación consciente creía que si me daba el permiso de comer no pararía nunca y resulta que fue al contrario.”
Este testimonio y otros muy similares los escucho a menudo en la consulta. De hecho yo también creía que si me daba permiso para comer aquellos alimentos que me apetecían me pasaría el día comiendo y no podría parar. Pero, sorprendentemente, es totalmente al contrario y en este post te voy a explicar los motivos.
Cuando una persona inicia un proceso de alimentación consciente conmigo y empezamos a trabajar los fundamentos de ésta, uno de los grandes miedos que suelo observar es el temor a permitirse comer, bien sean determinadas cantidades o cierto tipo de alimentos. En general la persona se encuentra inmersa, muchas veces sin ser consciente, en una mentalidad de dieta. Es decir, que su mente funciona a base de reglas externas sobre la comida, generalmente considerando ciertos alimentos como buenos o malos, prohibidos o permitidos. Para saber más acerca de ello podéis leer el post tips para reconocer la mentalidad dieta.
Ahora bien, ¿a dónde quiero llegar con esto? La idea es que cuando no te permites comer ciertas cosas estás haciendo una restricción. Le mandas a tu cerebro la orden de que no coma algo que le apetece. La restricción, aunque sea voluntaria, es interpretada por nuestro cerebro como una carencia y ello supone un peligro para nuestra supervivencia. En algún momento la “fuerza de voluntad” terminará por desaparecer. Ejercer tanto control para luchar en contra de nuestros impulsos naturales por comer va en contra de nuestra naturaleza biológica.
Es aquí donde entra en juego el permiso para comer.
¿Qué es el permiso incondicional de comer?
El permiso incondicional de comer es dar total libertad para comer los alimentos que apetecen en cada momento y en las cantidades que cuerpo-mente nos pide.
De entrada, como decía al principio, puede resultar chocante y más si acudes a consulta por una mala relación con la comida, ansiedad, atracones, comer emocional. Es decir, que crees que la comida y “comer en exceso” es un problema. Pero si lo analizas bien y entiendes el funcionamiento de la mente entiendes que es decirle a nuestro cuerpo-mente que no hay alimentos prohibidos y sobre todo que no estamos en escasez, un mensaje muy diferente al anterior.
Por otro lado, desde el control y la restricción haces pensar a tu cerebro que no hay comida y que corre un gran peligro. Desde el permiso, le dices que todo está bien, que hay alimentos disponibles siempre que quiera y no tiene porqué preocuparse.
Los beneficios del permiso incondicional de comer
Permitiéndonos comer estamos dando espacio a nuestro cuerpo-mente para confiar en sus señales y necesidades sin seguir las reglas externas de la restricción. Estoy dando espacio para poder ELEGIR qué es lo que quiero comer. Para mí esto es clave. Cuando eliminas la ansiedad de la ecuación es mucho más fácil poder elegir aquello que se quiere comer en lugar de reaccionar al impulso del cuerpo por satisfacer la necesidad de comida. Estás creando un espacio para tomar una decisión libre y consciente.
Veamos un ejemplo, si estoy desde una mentalidad dieta y no me permito comer chocolate, cuando vaya a la fiesta de mi amigo y saquen un pastel de chocolate es probable que me coma mi trozo y repita. Mi cerebro está en modo «aprovecha ahora a comerlo todo que luego no puedes».
Si, por el contrario, tengo el permiso incondicional de comer, la situación es bien diferente. Primero te preguntarás si te apetece o no comer pastel, ya que recuerda que ahora es una opción y puedes elegir. La decisión la tomarás basándote en numerosos factores, tu nivel de hambre, si el pastel te sienta bien… Si lo comes es más probable que con un trozo tengas suficiente porque sabes que puedes volver a comer pastel en cualquier otro momento.
Al hilo de esto último, otro de los beneficios de permitirse comer es que los alimentos dejan de tener ese alto valor de deseabilidad. Es decir dejamos de querer estar comiendo eso constantemente y pierden interés. Esto en muchos casos se traduce en dejar de darse atracones de los alimentos prohibidos y eliminar la ansiedad por la comida.
Finalmente, y lo que me parece una maravilla, es comer con mayor placer y menos culpa. Comes eligiendo según tus necesidades, te das la oportunidad de disfrutarlo y no hay rastro de la culpa, porque es una elección y no aparece esa horrible sensación de estar haciendo algo malo y saltarse las reglas.
Quiero dejar una aclaración final: la alimentación consciente es una práctica maravillosa, pero como todo en esta vida no es para todas las personas o al menos no en todos los momentos vitales. Si padeces un TCA, coge con pinzas esta información, ya que en tu caso existen muchos otros factores que intervienen en tu relación con la comida y tiene que ser siempre revisado por un profesional de la psicología.
Espero que este post te sea de interés. Si quieres saber más sobre alimentación consciente y psiconutrición puedes dejar tu pregunta en comentarios. Estaré encantada de contestarte.
Si crees que podrías beneficiarte de una alimentación consciente para mejorar tu relación con la comida puedes pedir una cita aquí.
Un abrazo